Antonio Carlos Ribeiro
La muerte del teólogo metodista argentino José Míguez Bonino, a los 88 años, el sábado 30 de junio, deja un sentido vacío en la teología latino-americana, de modo especial en la teología evangélica, ecuménica y en la reflexión sobre el amor preferencial de Dios por los pobres.
Bonino, como recuerda la nota de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), fue pastor metodista, teólogo de la Liberación – con artículos y libros publicados, entre los cuales se destaca ‘Rostros del Protestantismo Latino-Americano’ – profesor emérito del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET). Deja significativa contribución a la tradición de las iglesias evangélicas del continente.
Bonino tenía una lectura abarcativa de la realidad latino-americana, substituía discriminaciones de cualquier naturaleza por diálogo franco – algunas veces duros, como con Moltmann –, mas siempre propositivo, a partir de principios y siempre con muchas preguntas. Él deja la marca de teólogo serio, que integraba elementos conceptuales aparentemente contradictorios, pero los superaba con el esfuerzo de estudioso, inquieto y sin huir de las grandes cuestiones.
Defendía la teología como discurso legítimo, audaz, con preguntas y respuestas a su tiempo para las iglesias, y a todos que postulaban diálogos claros, con las respuestas obtenidas y las aún por perseguir. De él se aprendió que “toda teología que merece el nombre de tal parte de la realidad y a ella retorna”. La comunidad ecuménica queda huérfana de ese pensador y decano de los Teólogos Evangélicos Latinoamericanos.
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